Venir aquí a Hermosillo me ha enseñado mucho, he aprendido a valorar muchas cosas y entre ellas está la tranquilidad de mi ciudad, Cananea.

Para muchos Cananea es un “pueblo minero”, pero en total honestidad es una ciudad pequeña que tiene una mina de cobre.

No nos encontramos osos en las calles y no vivimos en medio de la nieve tampoco, solo es una ciudad pequeña, no es un mítico lugar en medio de la nada.

Sin embargo, en ese lugar me criaron, y para mí, ésa es mi ciudad. Y la extraño constantemente.

El mejor recuerdo que tengo de Cananea fue durante mi primer viaje en camión, ya que me gusta viajar del lado de la ventana, cuando empezó a bajar el Sol, pude ver los colores que pintaban el cielo de rosa, amarillo y violeta.

Tomé una foto en la cual se podían ver a la perfección estos colores, ésta imágen se convirtió en una de muchas que he tomado a lo largo de mis viajes a Cananea, cada una más significativa que la otra.

Aunque claro, todo esto es visto a traves de los ojos de una foránea que está a tres horas de su hogar, viviendo en una ciudad muy grande a comparación, pero que no es lo suficientemente grande como para albergar su esperanza y satisfacer sus sueños. Para eso tendré que encontrar una ciudad más grande.

De esto me dí cuenta en mi primer viaje de regreso a mi ciudad.

-C. M. López.